Tomar decisiones, gestionar personas, comunicarnos con el objetivo de que nos comprendan, captar la atención de nuestros interlocutores, presentar nuestras propuestas adecuadamente, mantener reuniones eficaces, gestionar conflictos, negociar… son aspectos cotidianos del directivo que requieren de una adecuada habilidad para ser desempeñados con éxito.